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Declaración de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

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La Alta Comisionada puso al día al Consejo sobre su informe relativo al racismo sistémico de las fuerzas del orden, el cual fue encargado tras el asesinato de George Floyd en Estados Unidos.

19 de marzo de 2021

Distinguido Vicepresidente, 
Excelencias, 
Colegas, 
Amigos,

Gracias por la oportunidad que me han brindado de debatir nuestra labor para aplicar la Resolución 43/1, la cual nos dispone el mandato de examinar el racismo sistémico y las violaciones de derechos humanos cometidos por las fuerzas del orden contra africanos y afrodescendientes, con vistas a contribuir a la rendición de cuentas y a la reparación de las víctimas.

Para cumplir dicho mandato, se han realizado amplias consultas  – tales como escuchar sobre todo las experiencias de los afrodescendientes, y en particular a las víctimas y a sus familias, así como a otras partes interesadas, de una serie de sectores y países.

La semana pasada, me reuní personalmente con varios familiares de mujeres, hombres y niños afrodescendientes asesinados por agentes del orden.

Me sentí profundamente conmovida por su coraje y por las descripciones del impacto y el trauma actual de perder a su hijo o hermano de forma tan repentina y violenta.

Me impresionaron además las dificultades parecidas que han sufrido en sus interacciones con la policía y las autoridades judiciales a la hora de luchar por que se haga justicia.

Aunque algunos de los casos todavía siguen abiertos, esta desconfianza en el sistema, junto con la negativa constatada de las autoridades a investigar de forma objetiva todas las circunstancias de los asesinatos con un componente de racismo, era una característica común de su experiencia.

Excelencias,

Ahora se está iniciando un juicio clave relacionado con el asesinato de George Floyd, diez meses después de que el suceso desatara nuevas oleadas de indignación y demandas de cambio en todo el mundo.  

Pero esta oportunidad crucial y determinante para hacer justicia se les niega a innumerables familias.  Hay numerosos casos relacionados con el asesinato de afrodescendientes que nunca se llevan a juicio, y el dolor de muchas familias que no se reconoce o que incluso se niega.

Muchas de las familias a las que consultamos tenían claro que sus gobiernos no hacen lo suficiente para reconocer o contrarrestar el racismo sistémico en la aplicación de leyes y la justicia, y que los agentes responsables de las violaciones de derechos humanos no se están responsabilizando de sus actos.

Me preocupa profundamente la dimensión de los problemas que las familias denuncian en su búsqueda de la verdad y la justicia. Se enfrentan a procedimientos largos y retrasos, y a menudo reciben una asistencia jurídica o apoyo financiero y psicológico escasos o nulos.Muchos nos han relatado cómo se les ha denegado el acceso a pruebas, se les ha negado información oportuna y periódica, e incluso la autorización para recuperar los cuerpos de sus familiares.   Cuentan que se les ha ignorado, se les ha tratado con desprecio, se han ignorado sus inquietudes, y que se les ha dejado con la sensación de ser poco escuchados, infravalorados y deshumanizados.

Algunos familiares y víctimas también nos han hecho llegar declaraciones graves de intimidación y acoso —así como acusaciones preocupantes de colocación de pruebas y delitos de perjurio con tal de evitar llevar al personal policial ante la justicia—. 
Quiero dejarlo muy claro: la impunidad de los delitos que los agentes del estado puedan haber cometido perjudica enormemente los valores principales y la cohesión social de toda nación. Ningún agente de policía ni otros agentes del estado deben estar nunca por encima de la ley. Después de todo, esta es la premisa básica del estado de derecho.

Excelencias, En la actualidad, siguen produciéndose episodios de brutalidad policial y discriminación racial contra los afrodescendientes, pese a la mayor visibilidad de esta cuestión. Es indispensable poner fin a la violencia policial.

Sin embargo, no conseguiremos alcanzar este objetivo hasta que nos demos cuenta de que la impunidad por la violencia policial y de otros agentes del orden contra los afrodescendientes no es un hecho aislado, de que las autoridades policiales y judiciales son un reflejo de nuestras sociedades, y de que a menos que abordemos el racismo sistémico dentro de nuestras instituciones, nunca podremos “corregir” solo el comportamiento policial.

El racismo sistémico necesita una respuesta sistémica. Requiere examinar detenidamente las estructuras que refuerzan la desigualdad en todos los aspectos de nuestras vidas, y que resultan factores contribuyentes al fenómeno de la violencia policial. La discriminación en materia de vivienda que ha creado barrios segregados, la discriminación en la esfera de la enseñanza que ha privado a niños durante generaciones de la igualdad de oportunidades para prosperar, la discriminación en el empleo que ha alimentado ciclos de inseguridad y pobreza, así como la discriminación en la asistencia sanitaria que ha perjudicado y acortado vidas. 

Para acabar con la injusticia racial en la aplicación de leyes, no podemos ver solo la punta del iceberg, sino que debemos abordar la masa que hay debajo del agua. Debemos conocer el origen de las desigualdades de hoy día y el racismo no reconocido ni redimido con el que han crecido.

Debemos afrontar los legados de la esclavitud, la trata transatlántica de esclavos africanos, junto con su contexto de colonialismo. Debemos reconocer siglos de sistemas y políticas racialmente discriminatorias que siguieron a la abolición formal de esclavitud. Nos debemos proponer el emprendimiento de acciones transformadoras, con las cuales podremos dar un gran paso adelante al mirar muy hacia atrás en el tiempo.

Celebro el reciente anuncio realizado sobre los compromisos políticos, así como las iniciativas locales y nacionales para trabajar en favor de la justicia racial. Son medidas importantes. Pero solo pueden tener un impacto real cuando forman parte de acciones amplias y sostenidas que priorizan a los afrodescendientes.

Al adoptar la resolución 43/1, el Consejo dio un primer paso importante en la respuesta a estas cuestiones de larga data. Colaborar con los Estados, los afrodescendientes y personas de otras comunidades afectadas para lograr la justicia racial, tal y como ha señalado el Secretario General, resulta clave para los valores principales de las Naciones Unidas y una prioridad para mi Oficina. Abordar el racismo sistémico también debería seguir siendo una prioridad para este Consejo. 

Mi informe para el Consejo en junio recomendará un programa transformador que elimine el racismo sistémico y la brutalidad policial contra los africanos y los afrodescendientes, además de que promueva la rendición de cuentas y el resarcimiento de las víctimas.

Además, analizará las respuestas gubernamentales a las manifestaciones recientes y masivamente pacíficas en pro de la justicia racial —incluso los informes fidedignos sobre el uso innecesario o desproporcionado de la fuerza que hacen los agentes del orden contra manifestantes, transeúntes y periodistas, además de amenazas más amplias dirigidas a afrodescendientes y a personas que se alzan contra el racismo—.

Me gustaría agradecerles a todos los que han compartido sus experiencias y sus orientaciones con mi Oficina, incluidas las víctimas y las familias, al Grupo de Trabajo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Afrodescendientes, al Relator Especial sobre racismo, así como a unos 300 académicos, profesionales, activistas de la sociedad civil, miembros de instituciones nacionales de derechos humanos, y a otros expertos nacionales, regionales e internacionales con amplia experiencia en racismo sistémico, aplicación de leyes, rendición de cuentas y reparación. 

También doy las gracias a los Estados miembro y a otras partes interesadas por las más de 100 aportaciones valiosas que hemos recibido.

Gracias, Sr. Vicepresidente.

Video

Fuente: ONU Derechos Humanos

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