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Editorial por Navi Pillay. Alta Comisionada de la ONU
(Publicado el 20 de julio en El Peruano)

La respuesta colectiva que se dio hace tres décadas ante el VIH se puede resumir en una palabra: vergonzosa. Las personas que vivían con VIH eran, sin mayor explicación, atadas a sus camas, detenidas, carecían de acceso a servicios médicos, eran criminalizadas y deportadas, perdían su trabajo, las botaban de las escuelas y se les negaba el acceso a servicios básicos.

Afortunadamente, se ha avanzado. Se han generado grandes avances científicos. El número de nuevas infecciones de VIH ha disminuido, particularmente entre los niños.

Menos personas han muerto de causas relacionadas con el VIH, casi la mitad de las personas elegibles para recibir el tratamiento antirretroviral, incluyendo las de países con bajos y medianos ingresos, lo están recibiendo.

El tratamiento se ha convertido en el nuevo motor de la prevención. El VIH ya no es una sentencia de muerte segura como alguna vez lo fue.

Sin embargo, continuamos aproximándonos de maneras punitivas al VIH, como la criminalización de la transmisión, las restricciones de entrada y la deportación en las fronteras, particularmente en los países más desarrollados. Las comunidades más vulnerables, las que tienen menos goce de
los derechos humanos fundamentales, siguen siendo desproporcionadamente más vulnerables a las infecciones del VIH y esto no es una coincidencia.

El rostro del VIH es el de nuestro fracaso al momento de proteger los derechos humanos. Uno de los motores clave del sida siempre ha sido, y continúa siendo, la imposibilidad de asegurar la protección de los derechos humanos de las comunidades marginadas. La homofobia, la discriminación de género, el perfil racial y la violencia basada en género siguen impidiendo
que los esfuerzos emprendidos para detener el contagio de VIH sean efectivos.

Este año, el tema de la Conferencia internacional sobre sida, que tendrá lugar en Washington DC del 22 al 27 de julio, es Juntos cambiando el rumbo.

Es tiempo de cambiar el rumbo. Es preciso poner fin a la violación de derechos humanos que ha caracterizado la propagación del VIH.

El punto de partida es el reconocimiento de la igualdad de todas las personas en el goce de sus derechos. Los sectores vulnerables de la población que se encuentran en mayor riesgo, no solamente deben incluirse en las respuestas nacionales contra el VIH, sino que además deben tener la oportunidad de participar en la elaboración de las políticas que puedan
afectarles.

Los lineamientos de derechos humanos deben acompañar las consideraciones de salud pública para asegurar que nuestras leyes, políticas y programas, no incrementen la vulnerabilidad ante el VIH.

Las leyes y políticas generales que en muchos países penalizan la transmisión involuntaria del VIH, la exposición y la reserva absoluta ante el tema, cercan a grupos específicos a quienes se les obliga a hacerse pruebas de VIH y cuyo desplazamiento está restringido, basándose solamente en su calidad de VIH positivos. Estas situaciones son solo dos ejemplos de dichas políticas alarmistas y equivocadas.

Es necesario aún canalizar una gran cantidad de recursos para garantizar el acceso a un tratamiento antirretroviral que pueda salvar la vida, pero también es necesario tener acceso garantizado a programas de derechos humanos que incluyan sensibilización y capacitación de quienes trabajan en los servicios de salud y en aquellos responsables de aplicar la ley, que garanticen el derecho al acceso a la justicia de los individuos VIH positivos, que luchen contra el estigma y fortalezcan la enseñanza de prácticas sexuales seguras en los y las jóvenes.

Financiar la lucha contra el sida de manera integral no es solo una necesidad, es también una obligación legal en términos de derechos humanos.

La crisis económica actual no puede ser una excusa para disminuir nuestra inversión en la lucha contra el sida.

ONUSIDA tiene como meta: cero infecciones nuevas, cero muertes relacionadas con el sida y cero discriminación. En esta conferencia sobre el sida es esencial destacar que para lograr estos objetivos de manera contundente, la perspectiva de derechos humanos debe, definitivamente, informar y motivar nuestra respuesta.

Ver en línea: http://www.elperuano.pe/Edicion/noticia-conferencia-internacional-del-sida-2012-46046.aspx

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