Por Silvia Rucks y Jan Jarab*
Mientras todo el planeta enfrenta una gran incertidumbre sobre el futuro debido a la pandemia y las consecuencias sociales y económicas que ha traído, Chile tiene por delante –además—una ruta constitucional que probablemente implicará cambios significativos en temas que rigen la convivencia nacional. Hoy, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, queremos enfatizar que el respeto y la protección de los derechos de todas las personas es, y debe continuar siendo, el norte que provee certezas en medio de esa incertidumbre. Muchas cosas cambiarán en los próximos años, pero la promoción y protección de los derechos humanos es condición indispensable para mantener los principios democráticos, la inclusión de todas las personas y la construcción de una sociedad justa, que no deje a nadie atrás.
La COVID-19 ha exacerbado las desigualdades existentes y ha generado un retroceso importante en el ejercicio efectivo de los derechos humanos, particularmente económicos, sociales y culturales, y en el bienestar de las personas y comunidades. Esto está demandando ajustes en las políticas públicas para responder de manera efectiva a esta nueva realidad. En esa misma línea, el proceso constituyente es una oportunidad de cambios que deriven en un nuevo contrato social que responda a las prioridades, anhelos y aspiraciones de la población.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, acordados por los Estados miembros en 2015, sentaron una hoja de ruta global para armonizar las tres dimensiones del desarrollo y alcanzar la inclusión social, el crecimiento económico y el cuidado del medioambiente, lo que solo puede materializarse con un férreo respeto a los derechos humanos. Este contexto histórico entonces, da pie a que el pacto social que emerja esté alineado con esas metas y adopte un modelo de desarrollo que permita satisfacer las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias.
Cabe señalar el imperativo que representan los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Chile. Esta definición, presente en la reforma constitucional que dio origen al plebiscito de octubre, garantiza un piso mínimo de protección a las personas y creemos que ese espíritu guiará el debate y acuerdos que se establezcan en la futura Constitución. A la luz de este marco, el aniversario de la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos el día de hoy, muestra su vigencia e importancia a 72 años de su adopción.
La respuesta a los desafíos que ha traído la pandemia y las definiciones que contendrá la nueva Carta deben sustentarse, además, en una efectiva y amplia participación de la ciudadanía. Se requiere una acción firme para que quienes deseen ser parte del proceso puedan hacerlo, más allá de las condiciones sociales o sanitarias en que se encuentren. Esto no solo es coherente con el derecho a la participación y la libre expresión sino también es lo que otorga legitimidad a la construcción del Chile que vendrá.
Como Sistema de las Naciones Unidas en Chile, trabajamos permanentemente con todos los sectores de la sociedad para promover la efectiva implementación del marco normativo internacional y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El país puede estar seguro de que nuestro compromiso con estas metas es hoy más fuerte que nunca.
*Silvia Rucks, Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Chile y Jan Jarab, Representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
- Artículo publicado originalmente en diario El Mercurio (Chile)
- Visita el sitio web de la ONU en Chile
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