Celebrado el 25 de julio, el Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora representa un hito en la unión de voces de mujeres afrodescendientes de todo un continente: la fecha surgió en 1992, a raíz del primer Encuentro de mujeres negras de América Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Santo Domingo, República Dominicana, en un evento que reunió a más de 300 representantes de 32 países para denunciar y discutir soluciones contra el racismo y el sexismo.
Con motivo de la fecha, la ONU Derechos Humanos en América del Sur conversó con cuatro mujeres líderes de movimientos por los derechos de las mujeres afrolatinas: Cecilia Ramírez de Perú; Miriam Gomes de Argentina; Rosália Lemos de Brasil; y Sonia Viveros de Ecuador. En sus discursos destacan la importancia de la integración continental en la lucha por sus derechos y sus iguales, y refuerzan que las demandas presentadas en Santo Domingo, hace casi 30 años, deben seguir resonando hoy en las voces de las nuevas generaciones.
“Han sido casi tres décadas en las que han pasado muchas lunas y con ellas un millón de cosas. La primera es entender el significado de pertenencia, luego la reafirmación de una identidad y finalmente la lucha por los derechos y la propia voz”, describe Sonia Viveros, de la Coordinadora Nacional de Mujeres Negras (CONAMUNE) en Ecuador.
Para la profesora Rosália Lemos, defensora feminista afrobrasileña, “este es un día que significa celebrar toda nuestra trayectoria, que viene de lejos. Pero también es un día que nos hace reflexionar y valorar hasta qué punto nos falta avanzar en estas sociedades racistas, sexistas, misóginas, violentas, que consideran especialmente el cuerpo de la mujer negra como objeto de violación de derechos”.
Rosália recuerda que el encuentro de Santo Domingo y los temas allí defendido son fruto de las luchas de mujeres que vinieron antes, algo que deber reconocerse, estima. “Lélia González, allá por la década de los 80, señaló la importancia de este diálogo para un feminismo afrolatinoamericano”, recuerda. “En la historia del feminismo negro en Brasil, la Irmandade da Boa Morte, formada por mujeres afrodescendiente, fue un movimiento abolicionista en 1820. Estamos hablando de un período altamente peligroso para sus cuerpos en este país. Nuestro proceso de construcción histórica de la resistencia se da desde el momento en que la primera mujer negra pisó este suelo, como esclava”.
Por su parte la profesora Miriam Gomes, de la Asociación Cabo Verde Argentina, considera que la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora es una de las articulaciones regionales más duraderas, coherentes, decididas y políticamente incidentes. “Los desafíos que plantea el escenario actual se refieren a las deudas históricas con nuestras comunidades: la construcción de sociedades más democráticas, equitativas, multiculturales, libres de racismo, sexismo, violencia y exclusión social”, afirma.
¿Y si la reunión de Santo Domingo fuera hoy?
Los ejes discutidos en la reunión de 1992 siguen estando en la agenda de los movimientos y redes de mujeres afrolatinas y afrocaribeñas. Entre logros y avances, también se vislumbran nuevos retos.
Por ejemplo, la popularización de nuevas tecnologías en las últimas décadas –incluida Internet- permite formas innovadoras de comunicarse e interactuar para estos grupos, ampliando el alcance de sus voces. Al mismo tiempo, las plataformas digitales pueden constituir una nueva frontera de amenazas contra los derechos humanos de las personas afrodescendientes, dando lugar a violaciones como la propagación de ataques virtuales y discursos de odio o el funcionamiento sesgado de algoritmos que reproducen comportamientos discriminatorios del ser humano.
Para Miriam Gomes, las nuevas tecnologías vienen “de la mano” con la aparición del concepto de interseccionalidad. “Esta nueva perspectiva surge del hecho de que podemos observar nuestra propia realidad con una lente magnificada, alertándonos de las múltiples opresiones que nos atraviesan. Hoy, los temas de esta agenda serían la diversidad LGBTI+, de las personas no binarias, el medio ambiente, las prácticas religiosas africanas y el alarmante flagelo del feminicidio”.
“La interseccionalidad es este ejercicio de entender las diferencias y luchar mancomunadamente por las semejanzas”, añade Sonia Viveros.
Reflexionando sobre el presente y el futuro, la activista peruana Cecilia Ramírez, del Centro de Desarrollo de la Mujer Negra Peruana (CEDEMUNEP), recuerda que la Década Internacional de los Afrodescendientes y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, «son una gran oportunidad para que las mujeres afrodescendientes no se queden atrás, para que se realicen mayores esfuerzos para visibilizar a estas mujeres históricamente excluidas, para materializar una respuesta oportuna de la transversalización del enfoque de género en políticas públicas y acciones afirmativas que nos permitan alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible”.
“En este sentido, es urgente una lucha frontal y real contra el racismo estructural y sistémico, y la discriminación étnico-racial”, añade.
Las palabras de Cecilia Ramírez coinciden con lo que subraya un reciente informe elaborado por ONU Derechos Humanos sobre cambios transformadores para la justicia y la igualdad racial. Presentado el pasado 12 de julio por la Alta Comisionada Michelle Bachelet ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, el documento aborda el racismo sistémico y la violencia policial contra los afrodescendientes en todo el mundo.
Entre los siete casos emblemáticos que destaca el informe se encuentra el de la afrobrasileña Luana Barbosa dos Reis Santos, una mujer lesbiana de 34 años que fue golpeada por policías y falleció horas después, en 2016. Además de este caso, el informe identifica que, en los últimos diez años, más de 190 muertes de personas africanas y afrodescendientes han ocurrido en contacto con autoridades policiales de todo el mundo, siendo el 16 por ciento de las víctimas mujeres.
La pandemia de COVID-19, que en los últimos meses ha afectado a todos los países, ha impactado de manera desproporcionada a la población afrodescendiente, especialmente a las mujeres vulnerables en materia socioeconómica. Al respecto, las activistas enfatizan que la escasez histórica de datos oficiales desagregados por etnia, raza y género dificulta realizar un análisis más detallado de este impacto en áreas como salud, educación e ingresos.
“La pandemia solo profundizó las desigualdades históricas que ya nos afectaban”, dice Miriam Gomes. «Entendemos que el camino [hacia la recuperación] es la creación de fuentes de trabajo legítimas, legalmente registradas y debidamente remuneradas, como también una distribución equitativa de la riqueza».
El futuro y el papel de la juventud
“La lucha continúa y a veces parece más difícil, porque cuanto más avanzamos van apareciendo más obstáculos, más estereotipos y más falsa aceptación, lo que solo nos muestra que el racismo estructural está ahí y se camufla con quienes se sienten diferentes», asegura Sonia Viveros. “La lucha de las mujeres negras es por la igualdad de derechos, es por la ciudadanía, es por reducir las brechas. A los jóvenes les digo ‘el tiempo pasa …’ como dice la canción, para que no vean a los ‘ancestros’ (como nos llaman) como sus opuestos, sino como sus aliados”.
“Superar el racismo no es una acción individual, sino colectiva. Porque los actos racistas son contra una colectividad, contra una forma de existir”, agrega Rosália Lemos. “Necesitamos tener un proceso de educación permanente de conciencia negra, conciencia de género, conciencia de identidad de género, de orientación sexual. Mientras existan el racismo y el sexismo en la sociedad, no habrá democracia”.
“Las chicas están haciendo un buen trabajo, están haciendo historia”, elogia Cecilia Ramírez a las mujeres jóvenes. “No dejes que nada ni nadie te detenga. No eres el futuro, eres el presente. Sigue fortaleciendo tu liderazgo, tu activismo, tus procesos organizacionales, tus alianzas y recuerda que la educación es muy, muy importante”, es su mensaje para las generaciones que la suceden.
Por su parte, Miriam Gomes concluye: “Las animo a persistir en el compromiso que veo en ellas, algo que me llena de esperanza ya que llegaron a revitalizar el panorama del afrofeminismo. Y junto a ellas grito que el feminismo será antirracista, o no será”.
Los derechos de las mujeres afrodescendientes son derechos humanos
Los derechos humanos de las mujeres afrodescendientes son un eje prioritario para el trabajo de la Oficina Regional de la ONU Derechos Humanos en América del Sur. En los últimos meses, la Oficina ha impulsado varias consultas con representantes de organizaciones de la sociedad civil al respecto, especialmente en acciones de prevención y combate a la discriminación racial y el apoyo a las madres y familiares de víctimas de violencia y violaciones de derechos humanos, siendo gran parte de ellas mujeres afrodescendientes. Estos encuentros generan insumos importantes para que la Oficina logre articularse con diversos actores del gobierno y la sociedad civil, a fin de contribuir con la adopción de medidas para enfrentar estos desafíos.
- Conoce más sobre el Decenio de las Naciones Unidas para las personas Afrodescendientes: https://www.un.org/es/observances/decade-people-african-descent
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