«Sin mujeres en las mesas de poder, no puede haber paz. Ni justicia. Ni democracia. Sin mujeres, en toda su diversidad, no puede haber progreso alguno,» afirmó el Jefe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas Volker Türk, con ocasión del Día Internacional de la Mujer.
El 8 de marzo de 2024, Derechos Humanos de las Naciones Unidas rendirá homenaje y declarará su apoyo a la labor de las defensoras de derechos humanos, las consolidadoras de la paz y los movimientos feministas en todo el mundo, en lugares donde se desarrollan conflictos.
Mujeres como Riya William Yuyada, quién tenía solo unos meses de edad cuando su familia tuvo que huir del conflicto en su Sudán del Sur natal para buscar refugio en Uganda. Cuando ella acabó el colegio, toda su familia decidió volver a casa. El viaje, que en situaciones normales se realiza en un solo día, les llevó dos semanas, al verse entorpecidos por continuos controles de carretera.
«Para mí, el volver supuso también contribuir con la construcción de este país, de mi hogar,» aseguró.
William Yuyada es ahora la fundadora de Crown the Woman, una organización de base que presta apoyo a las mujeres y niñas de Sudán del Sur en sus esfuerzos para lograr la paz. Ella es también la cofundadora de Play for Peace South Sudan, organización que enseña a niños y niñas los pilares necesarios para una existencia pacífica. El 9 de julio de 2011, Sudán del Sur se convirtió en un país independiente, tras más de 20 años de guerra de guerrillas. Se calcula que cerca de dos millones de personas han muerto como resultado de esta guerra, de la hambruna y de las enfermedades provocadas por el conflicto, y más de cuatro millones se han visto desplazadas. Para William Yuyada, Sudán del Sur no habría podido convertirse en un país sin la participación de las mujeres y las niñas quienes, ella quiso subrayar, conforman la mayoría de la población.
«Si las mujeres no hubieran ido a votar, Sudán del Sur no existiría ahora. El poder votar y la democracia son algunos de los elementos esenciales que hacen posible la paz,» destacó ella. «La consolidación de la paz es una de las numerosas medidas que las mujeres ayudan a mantener en nuestro planeta y para que la paz sea sostenible, las mujeres deben formar parte de los procesos de paz, lo que no ha sido el caso en esta ocasión. Si las mujeres forman parte del proceso de consolidación de la paz a nivel nacional, comunitario y a todos los demás niveles, ellas podrán construir economías.»
Las defensoras de derechos humanos y las consolidadoras de la paz desempeñan papeles cruciales en el contexto de los conflictos.
Como organizadoras comunitarias, las mujeres perciben mejor los cambios sutiles que pueden indicar un incremento de la violencia en las comunidades. Durante un conflicto, las defensoras de derechos humanos documentan los ataques y las violaciones. Ayudan a las víctimas y a sus familias y a las comunidades, identifican las necesidades de las mujeres y de los grupos marginados, entre muchos otros factores. Cuando se silencia o ignora la voz de las mujeres, pueden pasarse por alto las señales de alerta temprana de un conflicto.
Se calcula que 614 millones de mujeres y niñas vivían en países afectados por conflictos en 2022, un 50 por ciento más que cinco años antes. En zonas de guerra, miles de mujeres y niñas son atacadas de forma deliberada, bien mediante violaciones u otras formas de violencia sexual.
A pesar de esto, las mujeres continúan estando en primera línea de la respuesta de ayuda humanitaria y al frente de las iniciativas para consolidar la paz e impulsar la transformación social, aunque siguen teniendo que enfrentarse a barreras a la hora de participar en los procesos políticos y de paz como resultado de una discriminación de género persistente en la familia, las comunidades y la sociedad en general.
La participación de las mujeres y niñas en la construcción de la paz se ve dificultada también por factores tales como la inseguridad económica; la falta de acceso a educación; las restricciones para acceder a información y servicios de salud sexual y reproductiva; la desigualdad en el acceso a educación de calidad; el resurgimiento de narrativas autoritarias, patriarcales y conservadoras en muchos países; la reducción de los espacios cívicos, tanto en línea como fuera de línea; los conflictos armados; los desastres medioambientales; y las crisis sanitarias.
Siendo originaria de Siria, Laila Alodaat comenzó su carrera profesional como abogada corporativa trabajando como voluntaria en la Cruz Roja Siria, ya que le interesaba el derecho internacional humanitario. Ahora ocupa el puesto de Secretaria General Adjunta en la Women’s International League for Peace and Freedom, una organización centenaria la cual analiza las causas originarias de la violencia y lucha contra la opresión sistémica de las mujeres y niñas.
«Combatimos los sistemas estructurales de opresión y aspiramos a conseguir la paz a través del poder del activismo y la movilización colectivos,» explicó. «Si nuestro planteamiento sobre los derechos humanos se basa en un programa de cambios, es inevitable que acabemos fijándonos en las causas originarias de la guerra y los conflictos.»
Para Alodaat, la consolidación de la paz tiene muchas capas en donde las mujeres pueden ocupar un lugar, pero a menudo ellas se han de enfrentar a «presunciones misóginas» que dan por sentado que ellas solamente pueden representar a otras mujeres en lugar de a toda la comunidad.
«En ocasiones tenemos la sensación de que tenemos que luchar nosotras solas. Existe a nivel mundial una tolerancia de la violencia y cierto nivel de aceptación de que no es necesario que los espacios tengan que ser seguros para las mujeres, que siempre tienen que existir riesgos. Esto tiene repercusiones directas para la consolidación de la paz,» indicó ella. «Vivimos también dentro de una economía política que se alimenta de una explotación prolongada de las mujeres, y esto es algo que aceptamos como punto de partida cuando esto no debería ser así.»
Alodaat añadió que el propio movimiento feminista se enfrenta a dificultades que afectaban negativamente a la consolidación de la paz, como la idea de una «nación occidental salvadora.»
«Las mujeres que viven en el sur global no necesitan que alguien las salve, nosotras solamente necesitamos de espacio. Necesitamos que nos crean y necesitamos contar con los recursos que están disponibles para el movimiento,» afirmó. «Nuestra lucha nunca podrá tener resultado al menos que la contemplemos como una lucha con diferentes aspectos, y al menos que no se conciba un liderazgo que abrace la diversidad. Esta noción de un líder individual está trasnochada. Necesitamos considerar un esfuerzo colectivo y un liderazgo colectivo.»
Solamente será posible conseguir la paz duradera si se cuenta con las opiniones de las mujeres. La comunidad internacional debe conseguir de forma urgente que este hecho sea una realidad.
VOLKER TÜRK, JEFE DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS
En Afganistán, Sara* es la directora de una organización que, durante los últimos 30 años, ha estado trabajando para apoyar a las mujeres y los niños afganos en varios sectores, como el de la educación, los medios de subsistencia, la salud, la protección y el agua, el saneamiento y la higiene, en 11 provincias del país.
Afirmó que la suya es la única organización liderada por mujeres que ha sido capaz de seguir trabajando tras la caída del gobierno anterior hace dos años y medio y de mantener sus espacios seguros abiertos. La organización también ha podido asistir en el desarrollo de las capacidades de sus socios comunitarios y ayudarles a recibir subvenciones.
“Creo que empoderar a las mujeres en esta situación actual también puede empoderar a un grupo más amplio dentro de las comunidades. En el contexto actual, todo el mundo quiere estar en una zona segura o simplemente quedarse en su zona de confort, no quieren correr ningún riesgo”, declaró. “Como directora de una organización liderada por mujeres, preferiría ponerme a mí misma en riesgo para prestar servicios a mujeres que se encuentran en una situación de acuciante necesidad, especialmente las mujeres que sufren de violencia de género, desplazadas internas o pertenecientes a grupos minoritarios”.
Sara cree que la participación de las mujeres en el liderazgo y en su inclusión en la comunidad es vital para Afganistán, por lo que uno de sus objetivos es emplear y desarrollar la capacidad del mayor número de mujeres que pueda. Resaltó que no hay muchas organizaciones dispuestas a asumir este riesgo debido a las restricciones a las que se enfrentan las ONG de Afganistán a la hora de contratar a mujeres.
«Las mujeres han desempeñado un papel fundamental en la consolidación de la paz y la cohesión social en el país en los últimos 20 años. Lamentablemente, hoy en día, las líderes afganas se han disgregado en la diáspora y, aunque realizan labores de promoción fuera del país, las que permanecen están cubriendo ese vacío y trabajando con las mujeres necesitadas para empoderarlas, incluirlas en sus programas y promover la paz a nivel comunitario, con las diferentes ideologías y pensamientos que pueblan Afganistán».
En su informe de 2021 titulado Es hora de mejorar el Pacto: Cómo el sistema de ayuda perjudica a las mujeres y las niñas en situaciones de crisis, Care International señaló que la financiación de la igualdad de género es especialmente escasa en el sector de la ayuda humanitaria. Desde 2010, menos del 1 % de toda la financiación humanitaria se ha asignado directamente a organizaciones dirigidas por mujeres.
Según Hannah Wu, jefa de la Sección de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la financiación y el apoyo constantes a las defensoras, organizaciones y movimientos de derechos humanos de la mujer es un requisito esencial para el liderazgo y la participación igualitarios de las mujeres en los espacios de toma de decisiones para la paz. Les permite establecer sus prioridades de actuación, al mismo tiempo que aumenta sus recursos y capacidad para estar presentes y asumir el liderazgo en los espacios clave de toma de decisiones para la paz.
«El derecho de todas las mujeres y niñas a una participación significativa, incluso en el contexto de los conflictos y la inseguridad, resulta fundamental para el disfrute de sus derechos, la consolidación de la paz y su capacidad para prevenir y recuperarse de las crisis», afirmó Wu. «Las decisiones sobre la paz que no reflejan las realidades de las mujeres, sus derechos, perspectivas, conocimientos y demandas, no son sostenibles, y tampoco es probable que sean eficaces.
De 18 acuerdos de paz que se firmaron en 2022, solamente uno de ellos fue firmado o contó como testigo con una representante de un grupo u organización de mujeres. En julio de 2023, las mujeres eran Jefas de Estado o de Gobierno en 27 países y, según el Instituto Democrático Nacional, la proporción mundial de mujeres en los parlamentos alcanzaba el 26,5 %. . Además, al ritmo actual, harán falta 130 años para lograr una gobernanza inclusiva. Lo que es más, con las tendencias actuales, con un incremento anual de solo el 0,52 por ciento, no se podrá conseguir la paridad de género en puestos ministeriales hasta 2077.
* Es un nombre ficticio.
FIN
Fuente: OHCHR
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