3 de mayo de 2024
Mensaje de Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Cuando evoco los valores del periodismo, pienso en la confianza, la verdad y la integridad.
Pienso en las innumerables personas audaces que se atreven a preguntar.
Personas que desafían al poder, arriesgan la vida para documentar las atrocidades, la corrupción y el delito, y plantan cara a la opresión.
El año 2023 fue, una vez más, un periodo devastador para el periodismo.
Setenta y un periodistas y empleados de los medios de comunicación fueron asesinados.
Fue otro año más caracterizado por la impunidad. Solo el 13% de los casos de asesinato han sido investigados.
Y 320 periodistas y trabajadores de la prensa fueron encarcelados, cifra que representa un máximo histórico.
Cuando perdemos a un periodista, perdemos los ojos y oídos que nos conectan con el mundo exterior. Perdemos una voz que habla en nombre de quienes carecen de voz.
En resumen, perdemos a un defensor de derechos humanos.
El Día Mundial de la Libertad de Prensa se instituyó para celebrar el valor de la verdad y proteger a quienes se esfuerzan valientemente para desvelarla.
Este año, la conmemoración tiene lugar en un momento de graves trastornos mundiales y profunda fragmentación y polarización de la humanidad.
Cunden los conflictos en numerosos lugares, -de Myanmar a Sudán, de Ucrania a Gaza y muchas otras partes del mundo- y causan intolerables sufrimientos humanos.
La desinformación está contaminando la prensa y las redes sociales, impulsando el odio y la división.
Y a medida que el cambio climático sacude a nuestro frágil planeta, las vidas y los medios de subsistencia de las generaciones futuras están más amenazados que nunca.
Este año, el Día Mundial de la Libertad de Prensa se centra en el tema “el periodismo ante la crisis medioambiental”.
Rindo tributo a los periodistas del mundo entero que trabajan para lograr que los responsables de la contaminación ambiental tengan que rendir cuentas por el daño y la devastación que han causado.
Esos profesionales son los que impulsan el debate abierto y el pensamiento crítico.
Al separar los hechos de las mentiras que difunde la propaganda, esos informadores promueven las decisiones políticas de base empírica sobre la crisis climática que el mundo necesita con urgencia.
El trabajo que llevan a cabo es fundamental para fomentar el cambio, pero también puede ser peligroso.
En particular, si los poderosos que realizan actividades nocivas o ilícitas consideran que la labor informativa perjudica sus intereses económicos.
Los periodistas que se ocupan del medio ambiente necesitan que sus patronos y sus gobiernos contraigan compromisos más sólidos para protegerlos.
Necesitan condiciones laborales mejores y más seguras.
Y un espacio mediático más amplio, que permita difundir más temas medioambientales.
Como también necesitan que se proteja su derecho a trabajar sin ser agredidos ni padecer campañas de odio ni acoso físico o jurídico.
En este mismo momento, las drásticas consecuencias de la inercia y la inacción en lo tocante a la crisis climática se dejan sentir en el mundo entero.
Pero no debería ser así.
Hoy más que nunca necesitamos un periodismo independiente, ético y de calidad. En lo relativo a la crisis climática -como en tantas otras crisis- los periodistas son pilares esenciales de los derechos humanos. Porque en su búsqueda de hechos, pruebas y rendición de cuentas, radica una de las mejores esperanzas de poder construir sociedades basadas en la verdad y la confianza.
FIN
Fuente: OHCHR