Opinión de Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Es natural que un hombre responda con violencia a una pareja femenina molesta.
No se justifican las demandas de las mujeres que piden igual salario que los hombres por igual trabajo, ya que las mujeres tienden a dejar de trabajar para tener hijos.
Un hombre que mata a su mujer puede recibir una sentencia más indulgente si ella le era infiel.
Estos son los comentarios de jueces – no de hace 100 años sino de los últimos diez años. Estos casos no fueron ponderados según sus méritos sino influenciados por nociones profundamente arraigadas que limitan los derechos y la protección de las mujeres y las niñas. En estos casos se les negó la justicia a las mujeres, al igual que se les niega a muchos otros, todos los días, en los tribunales de todo el mundo.
A pesar de décadas de lucha por el derecho de la mujer a la igualdad, los procesos judiciales en todo el mundo están atravesados por los perjudiciales estereotipos de género, y esto puede significar la negación del derecho de la mujer a la justicia por el propio sistema jurídico que se supone debe proteger los derechos humanos fundamentales para todos.
Los estereotipos de género – creencias ampliamente sostenidas acerca de las supuestas características y roles apropiados de mujeres y hombres – están en todas partes y crean una vena profunda de prejuicio que afecta a las vidas de las mujeres y los hombres. Debido a la discriminación profundamente arraigada contra las mujeres, estas creencias tienen consecuencias desproporcionadas para el disfrute por la mujer de sus derechos humanos. Estereotipos al parecer benignos pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, la idea de que «las mujeres son más protectoras que los hombres» refuerza la idea de que las mujeres deben hacer las tareas más domésticas. Esto también puede dar lugar a violaciones de los derechos humanos de las mujeres cuando se traduce en leyes y prácticas que les privan de oportunidades educativas y profesionales.
La discriminación en los tribunales – donde buscamos administración justa e imparcial de la ley – es particularmente dañina. Cuando una ley es gravemente discriminatoria, la búsqueda de la justicia se ve profundamente comprometida. Piense en una legislación que dice que las mujeres no pueden elegir de forma independiente viajar, trabajar fuera del hogar, o someterse a ciertos procedimientos médicos sin el permiso de los familiares varones. Pero igualmente preocupante, y mucho más extendido, es cuando los jueces se ven influidos por los perjudiciales estereotipos de género en su interpretación de la ley y el pronunciamiento de sus decisiones. A menudo vemos esto en los casos relacionados con la violencia basada en el género, la familia, la igualdad de oportunidades de trabajo, y la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Y cuando los jueces toman decisiones basadas en los perjudiciales estereotipos de género, por ejemplo tomando en cuenta la vida sexual de una mujer a la hora de decidir sus derechos legales y protección contra la violación o la violencia doméstica, se trata de una violación de derechos humanos.
Los Estados también deberían adoptar medidas para eliminar los injustos estereotipos de género en todos los aspectos del sistema de justicia penal, incluida la investigación, el procesamiento, el cuestionamiento y la protección de víctimas y testigos, y la sentencia. Se requiere una acción explícita para asegurar que los funcionarios públicos, especialmente los que trabajan en el sistema de justicia, no tomen decisiones basadas en estereotipos dañinos socavando los derechos humanos de las mujeres y las niñas. Por el contrario, los funcionarios deberían identificar e impugnar tales creencias negativas, para ayudar a crear ambientes que respeten mejor los derechos humanos de las mujeres y las niñas y construir una cultura de la igualdad.
Si tomamos en serio el lograr la igualdad de género ahora, bien entrado ya el siglo 21, debemos dedicar más energía para el desmantelamiento de las presunciones prejuiciosas acerca de las mujeres y los hombres. Tenemos que dejar de perpetuar las ideas equivocadas de lo que las mujeres deben o no deben ser o hacer, con base únicamente en el hecho de ser mujer. En su lugar, tenemos que verlas como lo que son – seres humanos únicos en toda su diversidad. Esta es la demanda de igualdad, que es la base del derecho de los derechos humanos. Mi Oficina estará dedicando considerable atención a proporcionar una orientación más sólida en esta área. Es mi sincera esperanza de que el trabajo sobre esta cuestión crítica se inicie en la zona que más simboliza la justicia: los tribunales.